14 de abril de 2008

Ciclismo


Supervivientes en el infierno del pavés

Pablo Lechuga finaliza duodécimo en la París-Roubaix Junior

El pasado domingo se disputaba la clásica entre las clásicas. La París-Roubaix o el Infierno del Norte. 259’5 kilómetros de los que 52 eran los antiguos caminos de adoquín. En la 106ª edición del Averno se imponía por segunda vez el belga Tom Bonnen. El primer español era Juan Antonio Flecha que ocupaba la duodécima plaza. La misma posición que ocupaba Pablo Lechuga del Andalucía-Cajasur en la versión junior de la clásica francesa, que este año celebraba su sexta edición, con 125 kilómetros de los que 90 eran los mismos porque los que más tarde pasaban los profeisonales. El jienense participaba como miembro de la selección española, con la que también acudía su compañero de equipo Antonio Cabello.

Para Pablo Lechuga, que esta ha sido su tercera carrera con el maillot nacional, la carrera transcurría “al principio bien, en la cola porque daba un poco de miedo ir en cabeza por los continuos frenazos. Conforme se iban superando los kilómetros y los tramos de pavés iba recuperando posiciones. En uno de los tramos de pavés puse un ritmo fuerte, ya que allí no se puede atacar sino subir el ritmo, y me fui solo para delante, pero me cogieron en otro de los tramos de adoquín en el que ya iba sin fuerzas, me dolían los dedos de las vibraciones. Luego ya en el velódromo fue jugársela”. Pablo entraba a 1:28 del vencedor, el inglés Andrew Fenn.

Para su compañero de equipo, Antonio Cabello, esta París-Roubaix “ha sido la carrera más dura de todas en las que he participado. En los tramos de empedrado te dolían tanto las manos que te daban ganas de soltarte del manillar, y tenías que darte golpes en las piernas porque de la misma vibración de la bici se montaban los músculos”. Al cordobés le sorprendía “el nivel que tienen las demás selecciones, y sobre todo la habilidad de los belgas para correr por estos antiguos caminos. Además es una carrera que transita por carreteras estrechas y tienes que estar siempre delante, pero una vez que conseguías llegar a la cabeza, de pronto, estabas otra vez atrás, te superaban por todos lados”.

Los dos andaluces coincidían en resaltar “la afición con la que se vive el ciclismo allí. Por cada pueblo por el que pasábamos era fiesta. Era impresionante”. Lechuga destacaba también sobre el nivel de los participantes que “es una carrera en la que tienes que tener nivel, pero sobre todo ser hábil con la bicicleta, como los corredores de ciclocross, el corredor que ha hecho segundo es campeón del mundo en esta modalidad. Aquí hay que rodar mucho por los bordes del pavés, por hierba y a estos corredores se les da muy bien. Esta habilidad se notaba sobre todo en los tres tramos de empedrado de cinco estrellas por los que pasamos, en los que la bici parecía que se deformaba, y en los que entrabas a 40 y salías a 40”. Ambos coincidían también a la hora de destacar lo peor de esta París-Roubaix. Las caídas. “Es una carrera muy peligrosa, además del adoquín las calzadas son muy estrechas de apenas un metro” añadía Antonio Cabello.

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